Aún necesito el consuelo de tu almohada, pero no el castigo de tu palabra... siento el olor de tu silencio en mi boca, y respiro tus manos sobre mi pecho... no lástima, no dedicatorias... no ruegos, no altares, no gloria... no soy santa, ni la peor de las pecadoras... estoy aquí, y no comprendo el cuento... y seguimos en la marcha, y en el juego del pretendo... yo, como la fuerte... y tú, como al que nada importa...
Oct. 30, 2012
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